¡Una receta animada!

(By él)

Una de las primeras entradas de este blog estaba dedicada al cóctel favorito de ella, el neoyorquino Cosmopolitan. Un post muy convencional, con su texto y sus fotos. Pues bien…hemos dado un pasito más y nos hemos adentrado en el mundillo de las recetas animadas, con este modestísimo vídeo sobre aquel antiguo post.

¡Y garantizamos que no será el último! 😉

https://youtu.be/hTac1XO91p4

Salmón Teriyaki.

Receta muy sencilla con resultado exquisito y muy vistoso. Ideal para un entrante de los de «quedar bien«.

Que ustedes lo disfruten. 😉


Bocado de salmón ahumado y manzana 

Hoy publicamos esta receta, en plan «instrucciones sencillas«. Un entrante muy sencillo, apetecible y que viste mucho. 😉

Sentados con La Mafia

(by él)

Petadísimo. Esa es la primera sensación nada más bajar las escaleras y asomarse a este peculiar restaurante de la Plaza de Galicia en La Coruña. La Mafia Se Sienta A La Mesa es un local ambientado en la famosa organización criminal siciliana que tanto se hizo ver en los EEUU a partir de la Ley Seca de los años ’20. Y sirva este primer párrafo para hacer la primera recomendación: Hay que reservar.

    
 

Nombres como Don Tomassino, Tom Hagen, Carlo Rizzi o la Famiglia Clericuccio adornan las paredes de este singular restaurante.

 
  

El primer punto a favor – y siempre conviene que sea así – ha sido la atención, correctísima hasta el final. Otro punto ha sido la rapidez en servir la comida, sorprendente incluso teniendo en cuenta la cantidad de gente que se encontraba en el local. Y además algo que agradezco mucho, y es que te avisen cuando estás pidiendo demasiada comida. Que te pregunten (muy educadamente) «¿Tienen mucha hambre?» cuando estás diciendo lo que tienes intención de meterte entre pecho y espalda te da una idea de que los platos van a ser generosos. Y sin temor a equivocarnos, así fue. Nos habían hablado muy bien de las pizzas de La Mafia, así que, de entrada, pedimos la di Foie e Funghi Porcini ( 12,40 € ) grande, exquisita y con una masa finísima, como las buenas pizzas. De segundo disfrutamos de unos Tagliatelle al Nero salteados con Gambones ( 13,95 € ), presentados en una ración más que contundente. Todo regado con un Lambrusco rosado, con el que tanto nos gusta a ella y a mí acompañar la pasta. Los platos, en general, riquísimos.

 

Pizza di Foie e Funghi Porcini

 
 

Tagliatelle al Nero

 

El gran tamaño del local le permite tener rincones con mesas más apartadas de la parte principal, ideales para disfrutar de un poco más de intimidad en caso necesario. Ese es otro punto a favor. 

  
 

Pero no todo va a ser hablar bien. Un pequeño inconveniente es que el restaurante, al encontrarse bajo el suelo, no tiene luz natural. Sin embargo, se suple con una estudiada combinación de luces directas e indirectas. Y por último, ha habido algo que me ha desconcentrado un poco, y ha sido la banda sonora de fondo ( que no es música ) protagonizada por decenas de niños que, como no, pululan por cualquier restaurante donde se sirva pasta. Así que, queridos lectores, si pensábais que íbais a comer italiano al mismo tiempo que Zucchero o Ramazzotti os adornaban el momento, pues no. Los pequeños, eso sí, disponen de un lugar para sus juegos dentro del local. A pesar de todo, que conste que este comentario es prácticamente anecdótico y que la primera impresión ha sido muy buena. Altamente raccomandato.

  

Tartar de Atún para dos.

( by él )

Sobre el origen del tartar ( o lo que es lo mismo, la forma de comer carne o pescado crudo picado muy fino ) hay muchas versiones. La más facilona es la que nos la presenta como una costumbre originaria de los tártaros que poblaban Asia Central. Pero no…su origen está en la salsa tártara, que es aquella con la que se solía acompañar la receta original. Y que sepáis, además, que es muy popular en Polonia.

Hace unos días ella y yo cenamos Tartar de Atún en casa. Sinceramente, no es un plato difícil de preparar. Eso sí, os tiene que gustar el pescado crudo…aunque por otra parte, con el mejunje con el que se marina no parece que esté crudo, ni mucho menos ( esto es para animar a los más tiquismiquis ).

Y como en todos los posts en los que hemos explicado recetas, vamos con esta, que es muy sencilla. Nos hará falta, por una parte, un lomo de atún rojo cortado en taquitos, un aguacate cortado también en trocitos, un par de tomates ( sin el interior ) cortados de la misma manera y una cebolla muy bien picada. (Secreto: para mantener el aguacate cortado mientras preparamos todo y que no se ponga oscuro, regad los trocitos con zumo de limón 😉 )

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Por otra parte, tenemos que preparar un mejunje. Lo haremos en un recipiente con 4 cucharadas de aceite de oliva, una cucharada de salsa de soja, una cucharada de mostaza ( la que más os guste, pero nada de cutradas de burguer ), una pizca de pimienta, una cucharadita de vinagre de Jerez y media cucharadita de caldo de carne. Todo esto lo mezclaremos bien, hasta que quede un líquido homogéneo, y hecho esto, añadiremos los taquitos de atún y la cebolla (no hay por qué echarla toda, eso va con los gustos). Mezclamos todo para que se impregne bien, y dejamos marinar 8-10 minutos.

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Pues ya está casi todo hecho. Queda presentarlo, para lo cual nos podemos ayudar de una lata, o un vaso de los de tipo corto, que es lo que yo utilizo. En definitiva, que sea algo chato y cilíndrico. Llenaremos un tercio con el atún marinado, otro tercio con aguacate y lo que quede con tomate. Prensamos bien, damos la vuelta apoyados en el plato… et voilá 🙂

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Por encima regaremos con un poquito del mejunje preparado con anterioridad, y adornamos con unas ramitas de cebollino bien picadas.

Bon appétit.

Viento nuevo, siempre Barlovento.

Y volvimos a aquel restaurante, al local de look neoyorquino, industrial y dejado, al sitio que nos iba conquistando poco a poco según se sucedían las visitas. Regresamos al lugar de los camareros barbudos en bermudas y chanclas, luciendo coletas y tatuajes, que tan amablemente te convierten en confidente de los secretos escondidos en la carta. Y que hacen gala de una amabilidad y bien hacer que ya quisieran para sí muchos estirados vestidos de negro con pajarita y mandilón. 

Volvimos al local que por mérito propio se ha hecho con un nombre y un lugar en la difícil, pija, decadente y siempre cambiante Plaza de Vigo de La Coruña. Y volvimos porque soplaban vientos nuevos… había novedades en la carta. 

                                                   Tras reservar mesa ( os lo recomendamos )  y delante de dos copas de albariño, nos recomiendan casi como una confidencia:  «El pollo, que viene por una parte al horno y por otra con Tikka Masala, está que te mueres y la hamburguesa Picaña de vaca vieja gallega es de mis favoritas«. Pues sin dudarlo, nos lanzamos a probar aquella sugerencia.

 

Si bien todas las hamburguesas que habíamos probado aquí con anterioridad eran espectaculares, la Picaña está que se sale. Pero como para gustos se pintan colores, mejor que describir aquí esta impresionante mezcla de carne, queso y boletus en tempura, es que vuestros paladares juzguen por sí mismos 😉 Es recomendable al 100%.

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Caso aparte es el pollo. Lo encontraréis en la carta como Pollo Ribadumia a la tabla Barlovento. Tras este pomposo nombre se esconde un pollo que os presentarán de dos maneras sobre la misma tabla. Juntas pero no revueltas. Al horno, directamente sobre la tabla, y troceado en salsa Tikka Masala,  en una sartén. Otras dos salsas en unos pequeños tarros os ayudarán a dar otro toque a este impresionante plato, en el que la Masala está conseguidísima y la parte al horno se os deshará en la boca.

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Tengo un buen compañero que suele decir «No hay segunda oportunidad para la primera impresión». En nuestro caso no ha sido una primera, sino una sucesión de buenas impresiones, de regalos para nuestros paladares y de una atención exquisita.

Y qué mejor que salir de un local con la sensación de haber comido en casa de unos amigos. Nos vemos.

«Mardita» Ron

(By él)

No todo va a ser alabar locales de La Coru. Y si bien Marita Ron nos había agradado mucho en un primer momento por su diseño en general, y creo que sobre todo por su patio interior que nos solucionaba nuestras ansiedades de antiguos fumadores, con dos o tres visitas más se fue todo al traste.

                                       

Consumiciones mañaneras. Vamos a ver, lectores y lectoras. (Bamos haber, para los más jóvenes). No se pueden tardar 25 minutos – casi media hora, ojo – en servir un simple café. Por la mañana. Y con el local medio vacío, o medio lleno, como se prefiera. Y no solo eso, sino tener que ver cómo sirven primero a otras mesas con gente que llega después…porque eso incomoda un poquito. Eso sí, aunque aquí quisieron desfacer el entuerto invitándonos a las consumiciones, el palote ya estaba puesto.

El baño. Esta es otra. Estoy muy de acuerdo y soy muy fan del look neoyorquino e industrial en los locales. Los hay  muy bien distribuídos, pensados y currados y que son auténticas maravillas… Pero he de confesar que cuando fui por primera vez al baño del Marita no sabía si nos acababan de bombardear y yo no me había enterado. Fue algo así como sumergirse en La Colmena de Cela, en los peores años de la posguerra.Y otra cosa…no se puede tener una puerta con cristal en un baño donde entran señoras y señoritas. Un poquito de porfavó. Otro palote.

                                  

Tercer palote. Copas por la tarde. Si tienes un local que quieres que sea superfashiondelamuerte no puedes tener de camareros a una especie de Fernando Esteso y a un aprendiz de hipster. Y si de hecho los tienes, por lo menos que sean rápidos y que solucionen. Si unos clientes, después de que les sirvan las copas, que son pasta, preguntan «¿Nos podéis traer unas gominolas o algo para picar?», no se puede responder «Un momento, es que tenemos mucho lío en la barra». Esto, de nuevo con el local medio lleno. Nos consolamos viendo como una chica que se sentó a nuestro lado llevaba 15 minutos esperando a que la atendieran.

Como decía aquel…por aquí no me huelen más. Hasta que cambien, claro.

Ganando Barlovento

 

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Y allí estábamos, después de muchos días buscando el momento para dejarnos llevar por el viento y recalar en una de sus mesas.

La primera visión que tienes es una puesta en escena de lo mas bucólica, donde se les rinde protagonismo a las jardineras con un collage de flores y un letrero luminoso que anima a querer descubrir un poco mas, y adentrarte en este local tras una gran puerta.

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Nos recibe una mesa de la Provenza Francesa llena de velas, flores y detalles que hacen que te sientas como en casa.

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La mezcla de la dulzura provenzal con el estilo «lóbrego cuidadísimo» da como resultado unos metros cuadrados llenos de encanto.

Varios amigos nos habían hablado de este local y de su plato estrella, las hamburguesas. Ellos mismos se autodefinen como  «Restaurante de Hamburguesas».

Nos atendieron muy rápido a pesar de tener el local «a tope» a la hora de comer ya que cuentas con la opción de  «Menú del día».

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Decidimos pedir la carta y llevados por la gula, pecado capital que nos encanta, decimos probar para compartir «Sticks de pollo marinado con cítricos, salsa de mostaza y cebolla confitada», seguido de dos hamburguesas:  «La Gallega» y «La Tradicional».

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Todo buenísimo, delicioso…….. pero demasiado. Hubiéramos agradecido que nos dijeran que las hamburguesas eran «contundentes» y que el plato de «Sticks» era muy potente.

 

 

Otro día de los que hemos estado decidí probar la hamburguesa «Griega» y además de estar buenísima es mas ligera.

Un puntazo es poder comer con un cocktail, algo que personalmente me encanta.

Que mejor que terminar la velada con un buen postre, recomiendo a los amantes del chocolate «Brownie de chocolate con helado de vainilla bourbon» y «Tarta de queso con helado de cítricos» y puedes optar por un  Gin Tonic de diseño tan trendy en nuestros días o pedir tu segundo cocktail ;))))))

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Dr. Livingstone, estoy seguro.

( by él )

En la Rúa Alta de Pontevedra, allá por el número 4, se encuentra uno de los locales de copas más pintorescos de la ciudad: Dr. Livingstone, ¿supongo?, o como lo conoce todo el que lo haya pisado, «El Livingstone».

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Nada más enfilar la entrada nos recibirá un pasillo al aire libre con mesas a nuestra izquierda, plantas y distintos elementos que nos adelantan la ambientación del local una vez dentro: El África británica del s. XIX.

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Todo el local se encuentra plagado de fotos, cuadros, pieles, escudos, cascos, mapas y un sinfín de cosas más que nos sumergen directamente en los días en que el intrépido Henry Stanley pronunció la frase que da nombre al local tras encontrar al famoso médico, explorador y misionero que llevaba cinco años perdido tras descubrir la cabecera del río Congo y el lago Tanganica.

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Pero si hay algo que a ella y a mí nos encanta cada vez que visitamos el local para tomar una copa, es que nos sentimos como en casa. Y no es una frase hecha, porque sentarse en una buena butaca o sillón, disfrutando del aire fresco de esa pequeña terraza en verano, o del calor de una manta en invierno es algo que, como mínimo, te invita a «quedarte un poco más» y pedir otra.

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Copas y cócteles de excelente calidad y una buena atención aseguran la vuelta al local. Y ella y yo así lo hacemos, siempre que coincidimos en esta bella ciudad de Pontevedra y nos apetece pasar un buen rato en «nuestro sofá». En resumidas cuentas, y después de haber pisado muchos locales, éste se merecía este post y volver a visitarlo…supongo.

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Ahora sí. Póngame un Gin-Tonic.

( by él )

No quería que el primer cóctel del que se hablase en este blog fuese el re-descubierto Gin-Tonic, y después de haber hablado de otros como el Cosmopolitan o el Collins, ya va siendo hora de dedicar unos párrafos a esta «no tan nueva» forma de combinado.

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Buena parte de la culpa de combinar ginebra con tónica la tiene el Sr. Jacob Schweppe – que no se dedicaba a las bebidas, sino a la joyería – y que con ese apellido no creo que sea necesario explicar qué es lo que le hizo famoso allá por finales del XVIII. La tónica, compuesta a base de agua con gas y quinina, fue rápidamente adoptada por los soldados británicos desplegados en la India como remedio contra la malaria, ya que según se dice, la hasta aquel momento casi reglamentaria Indian Water Tonic no estaba «muy allá«. Y fue en aquellos años cuando un alto oficial británico decidió probar aquella nueva tónica de J. Schweppe & Co. mezclada con ginebra ( seguramente de la marca Bombay, muy conocida por aquellas latitudes ). Había nacido el Gin-Tonic. Es decir, que cuando pidáis Bombay con Schweppes podéis presumir delante de vuestros amigos-as de que ese es el Gin-Tonic original con el que los soldados británicos fumigaban sus interiores cuando estaban guardando el Imperio muy lejos de casa.

¿Y qué decir en pocas palabras de la ginebra? Pues lo más importante y curioso de todo, que no es británica, sino holandesa, creada en el s. XVII por Franciscus De La Böe ( ese «De» tan español me encanta ) como una bebida alcohólica destilada con enebro, que se comercializó en principio como diurética, y más tarde en Inglaterra como medicina.

La diferencia principal entre ambas ginebras ( la holandesa y la británica ) es que la primera tiene un contenido menor en alcohol y sabe más a malta, y la segunda es más fuerte y tiene sabor a enebro.

Pero hoy veremos cómo preparar un Gin-Tonic con una ginebra que no es ni holandesa ni inglesa, sino del noroeste de España, de Galicia. Se trata de la ginebra Nordés ( sobre 23-24 € ) y que tiene la particularidad de estar destilada a partir de vino albariño y diferentes botánicos como el toxo o el eucalipto. El resultado es un tremendo aroma que nada más abrir la peculiar botella no os va a dejar indiferentes. La tónica escogida es Original Blue citrus, por aquello de darle color azul al combinado, y que incorpora un suave recuerdo de limón.

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Como norma general, un Gin-Tonic se sirve en una copa amplia de balón, con la boca más estrecha que el cuerpo, con mucho hielo y potenciadores de sabor, como cáscaras  o rodajas de frutas, o bayas y especias como el enebro o el cardamomo, pasando por la pimienta negra o la canela. La ginebra irá en proporción de 1/5 de la tónica, y según dicen los entendidos, hay que «liquidarlo» en menos de 15 minutos.

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Comenzamos haciendo un twist de lima. Es una espiral hecha con su cáscara, que podremos realizar con un pelador o con un cuchillo pequeño y afilado. Será lo primero que pondremos en la copa, y lo dejaremos ahí solito durante un par de minutos, tras los cuales añadiremos mucho hielo y removeremos todo, para enfriar la copa.

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Posteriormente añadiremos más potenciadores de sabor. En este caso vamos a incorporar unas bayas de enebro y un poco de cardamomo ( se encuentran fácilmente en cualquier gran superficie ) Lo que deberemos hacer antes de ponerlos en la copa es abrirlos ligeramente con nuestro dedo, de manera que impregnen mucho mejor con su sabor el combinado. Cuando partáis la primera baya de enebro llevadla a vuestra nariz y oledla…comprenderéis por qué la vamos a utilizar.

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Hecho esto, añadimos la ginebra. Si la tónica es de 20 cl., significa que emplearemos 5 cl. de ginebra ( aunque eso varía con los gustos, por supuesto ) La echaremos en la copa desde cierta altura, lo que ayudará a incrementar su sabor. Posteriormente, añadimos la tónica. Podemos hacerlo ayudándonos de una cuchara trenzada ( muy fashion pero que hace que la tónica pierda parte del CO2 ), o bien echarla muy despacio, o utilizando el viejo truco de echarla sobre la parte ovalada trasera de una cuchara. ¡Nunca agujerear la chapa de la tónica para que salga a presión! 

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Por último, un sólo toque de arriba a abajo a la copa, nunca remover…y tiene buena pinta esto que hemos hecho. Ahora…quedan 15 minutos. ¡A disfrutar!