«Mardita» Ron

(By él)

No todo va a ser alabar locales de La Coru. Y si bien Marita Ron nos había agradado mucho en un primer momento por su diseño en general, y creo que sobre todo por su patio interior que nos solucionaba nuestras ansiedades de antiguos fumadores, con dos o tres visitas más se fue todo al traste.

                                       

Consumiciones mañaneras. Vamos a ver, lectores y lectoras. (Bamos haber, para los más jóvenes). No se pueden tardar 25 minutos – casi media hora, ojo – en servir un simple café. Por la mañana. Y con el local medio vacío, o medio lleno, como se prefiera. Y no solo eso, sino tener que ver cómo sirven primero a otras mesas con gente que llega después…porque eso incomoda un poquito. Eso sí, aunque aquí quisieron desfacer el entuerto invitándonos a las consumiciones, el palote ya estaba puesto.

El baño. Esta es otra. Estoy muy de acuerdo y soy muy fan del look neoyorquino e industrial en los locales. Los hay  muy bien distribuídos, pensados y currados y que son auténticas maravillas… Pero he de confesar que cuando fui por primera vez al baño del Marita no sabía si nos acababan de bombardear y yo no me había enterado. Fue algo así como sumergirse en La Colmena de Cela, en los peores años de la posguerra.Y otra cosa…no se puede tener una puerta con cristal en un baño donde entran señoras y señoritas. Un poquito de porfavó. Otro palote.

                                  

Tercer palote. Copas por la tarde. Si tienes un local que quieres que sea superfashiondelamuerte no puedes tener de camareros a una especie de Fernando Esteso y a un aprendiz de hipster. Y si de hecho los tienes, por lo menos que sean rápidos y que solucionen. Si unos clientes, después de que les sirvan las copas, que son pasta, preguntan «¿Nos podéis traer unas gominolas o algo para picar?», no se puede responder «Un momento, es que tenemos mucho lío en la barra». Esto, de nuevo con el local medio lleno. Nos consolamos viendo como una chica que se sentó a nuestro lado llevaba 15 minutos esperando a que la atendieran.

Como decía aquel…por aquí no me huelen más. Hasta que cambien, claro.

Ganando Barlovento

 

by (ella)

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Y allí estábamos, después de muchos días buscando el momento para dejarnos llevar por el viento y recalar en una de sus mesas.

La primera visión que tienes es una puesta en escena de lo mas bucólica, donde se les rinde protagonismo a las jardineras con un collage de flores y un letrero luminoso que anima a querer descubrir un poco mas, y adentrarte en este local tras una gran puerta.

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Nos recibe una mesa de la Provenza Francesa llena de velas, flores y detalles que hacen que te sientas como en casa.

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La mezcla de la dulzura provenzal con el estilo «lóbrego cuidadísimo» da como resultado unos metros cuadrados llenos de encanto.

Varios amigos nos habían hablado de este local y de su plato estrella, las hamburguesas. Ellos mismos se autodefinen como  «Restaurante de Hamburguesas».

Nos atendieron muy rápido a pesar de tener el local «a tope» a la hora de comer ya que cuentas con la opción de  «Menú del día».

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Decidimos pedir la carta y llevados por la gula, pecado capital que nos encanta, decimos probar para compartir «Sticks de pollo marinado con cítricos, salsa de mostaza y cebolla confitada», seguido de dos hamburguesas:  «La Gallega» y «La Tradicional».

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Todo buenísimo, delicioso…….. pero demasiado. Hubiéramos agradecido que nos dijeran que las hamburguesas eran «contundentes» y que el plato de «Sticks» era muy potente.

 

 

Otro día de los que hemos estado decidí probar la hamburguesa «Griega» y además de estar buenísima es mas ligera.

Un puntazo es poder comer con un cocktail, algo que personalmente me encanta.

Que mejor que terminar la velada con un buen postre, recomiendo a los amantes del chocolate «Brownie de chocolate con helado de vainilla bourbon» y «Tarta de queso con helado de cítricos» y puedes optar por un  Gin Tonic de diseño tan trendy en nuestros días o pedir tu segundo cocktail ;))))))

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Dr. Livingstone, estoy seguro.

( by él )

En la Rúa Alta de Pontevedra, allá por el número 4, se encuentra uno de los locales de copas más pintorescos de la ciudad: Dr. Livingstone, ¿supongo?, o como lo conoce todo el que lo haya pisado, «El Livingstone».

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Nada más enfilar la entrada nos recibirá un pasillo al aire libre con mesas a nuestra izquierda, plantas y distintos elementos que nos adelantan la ambientación del local una vez dentro: El África británica del s. XIX.

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Todo el local se encuentra plagado de fotos, cuadros, pieles, escudos, cascos, mapas y un sinfín de cosas más que nos sumergen directamente en los días en que el intrépido Henry Stanley pronunció la frase que da nombre al local tras encontrar al famoso médico, explorador y misionero que llevaba cinco años perdido tras descubrir la cabecera del río Congo y el lago Tanganica.

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Pero si hay algo que a ella y a mí nos encanta cada vez que visitamos el local para tomar una copa, es que nos sentimos como en casa. Y no es una frase hecha, porque sentarse en una buena butaca o sillón, disfrutando del aire fresco de esa pequeña terraza en verano, o del calor de una manta en invierno es algo que, como mínimo, te invita a «quedarte un poco más» y pedir otra.

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Copas y cócteles de excelente calidad y una buena atención aseguran la vuelta al local. Y ella y yo así lo hacemos, siempre que coincidimos en esta bella ciudad de Pontevedra y nos apetece pasar un buen rato en «nuestro sofá». En resumidas cuentas, y después de haber pisado muchos locales, éste se merecía este post y volver a visitarlo…supongo.

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