¡Una receta animada!

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Una de las primeras entradas de este blog estaba dedicada al cóctel favorito de ella, el neoyorquino Cosmopolitan. Un post muy convencional, con su texto y sus fotos. Pues bien…hemos dado un pasito más y nos hemos adentrado en el mundillo de las recetas animadas, con este modestísimo vídeo sobre aquel antiguo post.

¡Y garantizamos que no será el último! 😉

https://youtu.be/hTac1XO91p4

Salmón Teriyaki.

Receta muy sencilla con resultado exquisito y muy vistoso. Ideal para un entrante de los de «quedar bien«.

Que ustedes lo disfruten. 😉


Bocado de salmón ahumado y manzana 

Hoy publicamos esta receta, en plan «instrucciones sencillas«. Un entrante muy sencillo, apetecible y que viste mucho. 😉

Comer en Mamá Chicó.

(By él)

Más de una vez ella y yo habíamos visitado este local en el 5 de la coruñesa calle Picavia, zona de bares, vinotecas y tapeo entre las plazas de Orense y Lugo, siempre para tomar un vino de los que inauguran nuestros findes en las tardes de viernes. La última vez que disfrutábamos de un albariño en Mamá Chicó, rodeados de sus luces retro, columnas metálicas, cristaleras, maderas, espejos vintage y tuberías a la vista, decidimos comer allí al día siguiente, por aquello de probar…y de escribir este nuevo post. Y decidido esto, hicimos la debida reserva de mesa que muy amablemente apuntaron en el libro.

  
Llenazo. Eso es lo primero que ves en cuanto entras en el local el sábado a las dos y pico de la tarde. Reservar es casi imprescindible, de hecho el trasiego de gente fue casi constante hasta que nos fuimos. Sin haber empezado a comer, ya era un buen síntoma.

Llega la carta. No es muy amplia, pero a primera vista todo parece muy gourmet. Excelente. Pedimos consejo sobre el tamaño de las pizzas, por aquello de no pasarnos y de poder compartir los platos, afición que compartimos ambos. La atención, impecable por parte de camareros hipsterianos (da la impresión de que la barba forma parte de la uniformidad del local) siempre pendientes de las mesas. Finalmente nos decidimos por una pizza mediana de Setas con Foie y Cebolla Caramelizada y Sorrentinos rellenos de Jamón y Mozzarella con Salsa Gorgonzola.

 
Nuestra elección tenía una calidad impresionante y quedamos realmente satisfechos. Los platos estaban muy bien elaborados y la cantidad es suficiente para dos personas. Lo suficientemente suficiente como para poder compartir después un postre…para el que siempre hay que dejar sitio ;). Mientras dábamos cuenta de nuestros platos, nos fijábamos poco a poco en la rutina del local. La cocina está a la vista, separada de la zona de mesas por una bonita cristalera. Dentro de ella, tres personas se afanan con los platos en un contínuo no parar. No hay una sola voz, ni un solo grito…una gran prueba de clase y de profesionalidad. Mientras tanto, la gente sigue entrando y saliendo, probando suerte algunos de ellos con alguna mesa que por fortuna quedase libre.

 

Nos fuimos, tras un Brownie con Helado, muy satisfechos y con ganas de repetir (esa es, para nosotros, la mejor valoración de todas). Sinceramente, no es barato (no es Cambalache, ni lo quiere ser) pero la calidad bien lo merece. Veintipico euros por persona y salir contentos no está nada mal. 

Tienen página web ( http://mamachico.com ) en donde podéis encontrar los teléfonos de sus diferentes locales para reservar. 

Un placer 🙂

Me llamo Skrei. Bacalao Skrei.

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Más al Norte que el Norte. Por esas latitudes se mueve el protagonista de este post, nunca mejor dicho, como pez en el agua. Y si algo me lleva a escribir sobre la curiosa vida de este tipo de bacalao es gracias – una vez más – a los chicos del Café Bar Victoria, en la ajetreada calle Olmos de La Coruña, que nos volvieron a sorprender con un impresionante bacalao skrei que casi hace que se nos salten las lágrimas cuando nuestro paladar pudo disfrutar de semejante lujo con forma de pez.

Y aquella persona que esté leyendo estas líneas, con toda la razón del mundo se estará preguntando el por qué de un nombre tan extraño para un bacalao. Fácil. Skrei significa nómada en noruego. Y es que nuestro protagonista realiza un largo viaje desde el mar de Barents, en Noruega, hasta las islas Lofoten para desovar, cuando tiene ya 6 ó 7 años de edad. Y es en estas islas donde se le captura en los meses más fríos del año, de Enero a Abril.

Piero Querini, que allá por 1432 se dirigía con sus tropas desde Italia hasta Flandes y se desvió un poquito del rumbo, recaló por aquellas tierras, en Rost, y dejó escrito en su diario de a bordo: «Y comimos durante cuatro días hasta estar llenos, sin parar» Se refería, por supuesto, al pescado.


Esta migración de cientos de kilómetros hace que nuestro amigo skrei acumule una buena cantidad de grasa, lo que hace que  tenga unas características muy especiales, como un sabor más intenso y una carne mucho más jugosa. Este largo viaje hace que aumente su musculatura, lo que le da a su carne blanca una textura más tersa y un brillo especial. Y algo que también se manifiesta claramente en su sabor es su alimentación a base de mariscos.


Los ejemplares de skrei capturados suelen tener más de 1 metro de largo, 15 kg de peso y unos 20 años de edad. Según muchos entendidos…este bacalao es un auténtico milagro. Damos fe 😉



Comida de soldados.

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Recientemente llegó a nuestras manos algo singular. Un par de raciones de combate del ejército de los EEUU o MRE (Meal Ready to Eat, o como dicen los sobrinos del Tío Sam, Meal Rejected by Everyone). Lo que está claro es que después de desmenuzar uno de estos sobres veremos que ese «Rejected» – lo que viene siendo rechazado –  está más relacionado con la frecuencia con la que los soldados norteamericanos comen este tipo de raciones que con su calidad. Más de 30 menús distintos con comida especial para vegetarianos o musulmanes son fruto de la impresionante maquinaria logística de este imponente país.

Y sin más dilación nos centraremos en el paquete de la izquierda, el menú nº 9, para descubrir todo lo que puede llevar dentro esta pequeña bolsa. Notad que fuera ya nos indica cuál es el plato fuerte: Estofado de ternera.

 

El menú nº 9 con todo su contenido



Y he aquí desplegado el contenido de esta bolsa. El sobre de la izquierda contiene el plato principal, el estofado. Con él podemos encontrar otro sobre con polvos para hacernos un batido de cacao y coco, otro con un mix de cacahuetes y nueces, nuggets de mostaza y ajo, gelatina de manzana, la omnipresente crema de cacahuete, una cuchara de plástico, otro sobre para hacernos una bebida de frambuesa, un sobre de tabasco, un pequeño paquete de papel higiénico, dos chicles, toallitas húmedas, un sobre con sal y el sobre más grande y claro que observamos a la derecha, lleno de carburo, que al añadirle unas gotas de agua genera calor, de tal manera que al ponerlo al lado del sobre del estofado lo calentará, sin humos, sin luces, sin fuego…muy táctico.

  

Pero si a estas alturas del post el lector o la lectora piensa que nuestros queridos norteamericanos nos ganan por la mano a los españoles en cuestión de raciones de campaña…pues no. Hay algo de lo que un soldado español disfruta y que un norteamericano no tiene. Y esto es una ración específica de desayuno.

 

Ración de desayuno del Ejército Español



Esta pequeña caja, de la que existen otras 4 versiones, contiene lo necesario para que un soldado espabile debidamente antes de que salga el sol. Un hornillo plegable, un sobre con papel de celulosa, un paquete de galletas, leche condensada, crema dental, cacao en polvo, sales de rehidratación, copos de cereales y frutas, una tableta de chocolate, desinfectante de manos, pastillas depuradoras de agua, dos pastillas de combustible sólido, chicle, un paquete de cerillas ( tan vintage…y tan útil ) y un cepillo de dientes.

Hornillo plegable y cepillo de dientes


Dicen que los soldados norteamericanos se dan tortas por las raciones de desayuno españolas. Y así debe ser...¡ A la orden !

Sentados con La Mafia

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Petadísimo. Esa es la primera sensación nada más bajar las escaleras y asomarse a este peculiar restaurante de la Plaza de Galicia en La Coruña. La Mafia Se Sienta A La Mesa es un local ambientado en la famosa organización criminal siciliana que tanto se hizo ver en los EEUU a partir de la Ley Seca de los años ’20. Y sirva este primer párrafo para hacer la primera recomendación: Hay que reservar.

    
 

Nombres como Don Tomassino, Tom Hagen, Carlo Rizzi o la Famiglia Clericuccio adornan las paredes de este singular restaurante.

 
  

El primer punto a favor – y siempre conviene que sea así – ha sido la atención, correctísima hasta el final. Otro punto ha sido la rapidez en servir la comida, sorprendente incluso teniendo en cuenta la cantidad de gente que se encontraba en el local. Y además algo que agradezco mucho, y es que te avisen cuando estás pidiendo demasiada comida. Que te pregunten (muy educadamente) «¿Tienen mucha hambre?» cuando estás diciendo lo que tienes intención de meterte entre pecho y espalda te da una idea de que los platos van a ser generosos. Y sin temor a equivocarnos, así fue. Nos habían hablado muy bien de las pizzas de La Mafia, así que, de entrada, pedimos la di Foie e Funghi Porcini ( 12,40 € ) grande, exquisita y con una masa finísima, como las buenas pizzas. De segundo disfrutamos de unos Tagliatelle al Nero salteados con Gambones ( 13,95 € ), presentados en una ración más que contundente. Todo regado con un Lambrusco rosado, con el que tanto nos gusta a ella y a mí acompañar la pasta. Los platos, en general, riquísimos.

 

Pizza di Foie e Funghi Porcini

 
 

Tagliatelle al Nero

 

El gran tamaño del local le permite tener rincones con mesas más apartadas de la parte principal, ideales para disfrutar de un poco más de intimidad en caso necesario. Ese es otro punto a favor. 

  
 

Pero no todo va a ser hablar bien. Un pequeño inconveniente es que el restaurante, al encontrarse bajo el suelo, no tiene luz natural. Sin embargo, se suple con una estudiada combinación de luces directas e indirectas. Y por último, ha habido algo que me ha desconcentrado un poco, y ha sido la banda sonora de fondo ( que no es música ) protagonizada por decenas de niños que, como no, pululan por cualquier restaurante donde se sirva pasta. Así que, queridos lectores, si pensábais que íbais a comer italiano al mismo tiempo que Zucchero o Ramazzotti os adornaban el momento, pues no. Los pequeños, eso sí, disponen de un lugar para sus juegos dentro del local. A pesar de todo, que conste que este comentario es prácticamente anecdótico y que la primera impresión ha sido muy buena. Altamente raccomandato.

  

De gañanes y gente así.

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Nos encanta el vino. Y mucho más el vino blanco que cualquier otro, sobre todo nuestro querido Albariño,  siempre frío y presente en casa. 

Recientemente, estando ella y yo de compras en un centro comercial, al pasar por la sección de caldos decidimos comprar una botella de Sauvignon Chenet, vino blanco francés que habíamos probado en París con un Camembert rebozado que resucitaba a un muerto, y nos había gustado mucho a los dos. 

  
Pero al llegar a casa y sacar la botella de la bolsa…llega la sorpresa. ¡La botella está torcida y abollada en un lado! Y cómo no, aquel imprevisto dio lugar a todo tipo de comentarios…»He cogido la única botella mal hecha de toda la estantería», «Vaya tela con los de Chenet, menudo fallo», «El que hizo la botella ya se había soplado tres», «Esto solo me pasa a mí»…etc. Eso sí, todo adornado con unas buenas risas.

  
Pero quedaba un resquicio de duda. Examinando la botella cual chimpancé con un palo nuevo, veía que era extremadamente cómoda para servir el vino. El dedo gordo de la mano encajaba perfectamente en la hendidura y la inclinación del cuello de la botella era óptima para servirlo. Así que…a preguntar a Google sin perder más tiempo ( más que nada porque preguntar a Siri me daba más corte ). 

  
Y, efectivamente, Google me dio la respuesta: «Eres un gañán». 

La botella está hecha así a conciencia. No es un fallo ni mucho menos. De hecho en alguno sitios la denominan botella asimétrica o anatómica, pensada exclusivamente para eso, para servir el vino más cómodamente. Y después de este «Francia-1, Yo -0» devolvemos la retransmisión a nuestros estudios centrales. Eso sí, el vino está buenísimo. Muy recomendable para los amantes del vino blanco. Y la botella, por supuesto, pasa a ser un elemento decorativo más de nuestra casa. Salut!

Tartar de Atún para dos.

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Sobre el origen del tartar ( o lo que es lo mismo, la forma de comer carne o pescado crudo picado muy fino ) hay muchas versiones. La más facilona es la que nos la presenta como una costumbre originaria de los tártaros que poblaban Asia Central. Pero no…su origen está en la salsa tártara, que es aquella con la que se solía acompañar la receta original. Y que sepáis, además, que es muy popular en Polonia.

Hace unos días ella y yo cenamos Tartar de Atún en casa. Sinceramente, no es un plato difícil de preparar. Eso sí, os tiene que gustar el pescado crudo…aunque por otra parte, con el mejunje con el que se marina no parece que esté crudo, ni mucho menos ( esto es para animar a los más tiquismiquis ).

Y como en todos los posts en los que hemos explicado recetas, vamos con esta, que es muy sencilla. Nos hará falta, por una parte, un lomo de atún rojo cortado en taquitos, un aguacate cortado también en trocitos, un par de tomates ( sin el interior ) cortados de la misma manera y una cebolla muy bien picada. (Secreto: para mantener el aguacate cortado mientras preparamos todo y que no se ponga oscuro, regad los trocitos con zumo de limón 😉 )

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Por otra parte, tenemos que preparar un mejunje. Lo haremos en un recipiente con 4 cucharadas de aceite de oliva, una cucharada de salsa de soja, una cucharada de mostaza ( la que más os guste, pero nada de cutradas de burguer ), una pizca de pimienta, una cucharadita de vinagre de Jerez y media cucharadita de caldo de carne. Todo esto lo mezclaremos bien, hasta que quede un líquido homogéneo, y hecho esto, añadiremos los taquitos de atún y la cebolla (no hay por qué echarla toda, eso va con los gustos). Mezclamos todo para que se impregne bien, y dejamos marinar 8-10 minutos.

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Pues ya está casi todo hecho. Queda presentarlo, para lo cual nos podemos ayudar de una lata, o un vaso de los de tipo corto, que es lo que yo utilizo. En definitiva, que sea algo chato y cilíndrico. Llenaremos un tercio con el atún marinado, otro tercio con aguacate y lo que quede con tomate. Prensamos bien, damos la vuelta apoyados en el plato… et voilá 🙂

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Por encima regaremos con un poquito del mejunje preparado con anterioridad, y adornamos con unas ramitas de cebollino bien picadas.

Bon appétit.

Viento nuevo, siempre Barlovento.

Y volvimos a aquel restaurante, al local de look neoyorquino, industrial y dejado, al sitio que nos iba conquistando poco a poco según se sucedían las visitas. Regresamos al lugar de los camareros barbudos en bermudas y chanclas, luciendo coletas y tatuajes, que tan amablemente te convierten en confidente de los secretos escondidos en la carta. Y que hacen gala de una amabilidad y bien hacer que ya quisieran para sí muchos estirados vestidos de negro con pajarita y mandilón. 

Volvimos al local que por mérito propio se ha hecho con un nombre y un lugar en la difícil, pija, decadente y siempre cambiante Plaza de Vigo de La Coruña. Y volvimos porque soplaban vientos nuevos… había novedades en la carta. 

                                                   Tras reservar mesa ( os lo recomendamos )  y delante de dos copas de albariño, nos recomiendan casi como una confidencia:  «El pollo, que viene por una parte al horno y por otra con Tikka Masala, está que te mueres y la hamburguesa Picaña de vaca vieja gallega es de mis favoritas«. Pues sin dudarlo, nos lanzamos a probar aquella sugerencia.

 

Si bien todas las hamburguesas que habíamos probado aquí con anterioridad eran espectaculares, la Picaña está que se sale. Pero como para gustos se pintan colores, mejor que describir aquí esta impresionante mezcla de carne, queso y boletus en tempura, es que vuestros paladares juzguen por sí mismos 😉 Es recomendable al 100%.

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Caso aparte es el pollo. Lo encontraréis en la carta como Pollo Ribadumia a la tabla Barlovento. Tras este pomposo nombre se esconde un pollo que os presentarán de dos maneras sobre la misma tabla. Juntas pero no revueltas. Al horno, directamente sobre la tabla, y troceado en salsa Tikka Masala,  en una sartén. Otras dos salsas en unos pequeños tarros os ayudarán a dar otro toque a este impresionante plato, en el que la Masala está conseguidísima y la parte al horno se os deshará en la boca.

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Tengo un buen compañero que suele decir «No hay segunda oportunidad para la primera impresión». En nuestro caso no ha sido una primera, sino una sucesión de buenas impresiones, de regalos para nuestros paladares y de una atención exquisita.

Y qué mejor que salir de un local con la sensación de haber comido en casa de unos amigos. Nos vemos.