Acerca de ...Pues muy rico todo

Para paladares de a pie!

La ensalada del Sr. Cardini

( by él )

Dicen los viejos del lugar que fue César Cardini, propietario de un restaurante en la caduca Roma, quien popularizó una ensalada hecha a base de lechuga romana, pan tostado ( picatostes, o croûtons )  y queso parmesano. 

Aquella rica mezcla se llamó, cómo no, Ensalada César.

Pues hoy os voy a mostrar una variante de esta ensalada, con pollo y con un sabroso y potente aliño que sin duda será un triunfo en vuestra mesa.

Vamos a necesitar lechuga, pechugas de pollo finas ( 1 por persona ), mayonesa, ajo, sal gorda, queso parmesano, un huevo, pan de molde, pan rallado, una batidora… y un mortero de toda la vida.

  

Lo primero que haremos será cortar muy finos  3 ó 4 dientes de ajo ( a gusto del consumidor ) y ponerlos en el mortero junto con un poco de sal gorda. Lo machacamos todo y nos tiene que quedar una especie de pasta. Reservamos.

  
Cortaremos  también el pan de molde en pequeños cuadrados para hacer los picatostes y el queso parmesano en lascas, para añadirlo al aliño.

En un recipiente añadimos mayonesa, las lascas de parmesano, la pasta del mortero y un poco de agua, y le damos caña con la batidora. ( Importante: mejor quedarse corto de agua al principio, porque tiene remedio añadiendo más. El caso es que el aliño no quede demasiado suelto 😉 )

 

Hecho esto rebozamos las pechugas de pollo. Personalmente me gusta hacerlo con huevo primero y pan rallado después, hay todo tipo de versiones. Una vez pasadas por la sartén, las cortamos en tiras con una tijera y las dejamos reposar sobre papel de cocina en un plato, para que pierdan aceite.

Posteriormente freímos el pan. Lo dejamos reposar de la misma manera que el pollo.

  
Ya tenemos todo. En esta ocasión hemos elegido brotes frescos de lechuga, que traen una buena variedad de verde. Ponemos en el plato una cama de lechuga, añadimos el pollo, los picatostes y el aliño. Y lo dicho…¡un triunfo!

  

«Mardita» Ron

(By él)

No todo va a ser alabar locales de La Coru. Y si bien Marita Ron nos había agradado mucho en un primer momento por su diseño en general, y creo que sobre todo por su patio interior que nos solucionaba nuestras ansiedades de antiguos fumadores, con dos o tres visitas más se fue todo al traste.

                                       

Consumiciones mañaneras. Vamos a ver, lectores y lectoras. (Bamos haber, para los más jóvenes). No se pueden tardar 25 minutos – casi media hora, ojo – en servir un simple café. Por la mañana. Y con el local medio vacío, o medio lleno, como se prefiera. Y no solo eso, sino tener que ver cómo sirven primero a otras mesas con gente que llega después…porque eso incomoda un poquito. Eso sí, aunque aquí quisieron desfacer el entuerto invitándonos a las consumiciones, el palote ya estaba puesto.

El baño. Esta es otra. Estoy muy de acuerdo y soy muy fan del look neoyorquino e industrial en los locales. Los hay  muy bien distribuídos, pensados y currados y que son auténticas maravillas… Pero he de confesar que cuando fui por primera vez al baño del Marita no sabía si nos acababan de bombardear y yo no me había enterado. Fue algo así como sumergirse en La Colmena de Cela, en los peores años de la posguerra.Y otra cosa…no se puede tener una puerta con cristal en un baño donde entran señoras y señoritas. Un poquito de porfavó. Otro palote.

                                  

Tercer palote. Copas por la tarde. Si tienes un local que quieres que sea superfashiondelamuerte no puedes tener de camareros a una especie de Fernando Esteso y a un aprendiz de hipster. Y si de hecho los tienes, por lo menos que sean rápidos y que solucionen. Si unos clientes, después de que les sirvan las copas, que son pasta, preguntan «¿Nos podéis traer unas gominolas o algo para picar?», no se puede responder «Un momento, es que tenemos mucho lío en la barra». Esto, de nuevo con el local medio lleno. Nos consolamos viendo como una chica que se sentó a nuestro lado llevaba 15 minutos esperando a que la atendieran.

Como decía aquel…por aquí no me huelen más. Hasta que cambien, claro.

El frasco ha muerto…¡Viva el frasco!

(by él)

Los buenos desayunos  forman parte de nuestra vida juntos. A ella y a mí nos encanta desayunar, sentarnos frente a frente y comenzar el día con unas buenas tostadas, un café, un zumo y unas risas. Y hablando de tostadas, y dejando aparte que la mantequilla salada de Prèsident merecería un post para ella solita, me gusta tomarme una de ellas con tomate, aceite y sal.

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Ya llovió bastante desde que descubrimos un tomate triturado con un toque de aceite de oliva que venden en Carrefour, en unos frascos pequeños de cristal. Pues bien, de tanto desayuno y tanto frasco terminado, y dando por supuesto – como el lector (o la lectora, o le lectore, que hay de todo ) imaginará – que una de nuestras aficiones son los fogones, decidimos darle a todos aquellos pequeños recipientes otro uso, dedicándolos a partir de ese momento a tener una nueva vida albergando especias en nuestra cocina.

Lo primero que se nos ocurrió fue darles un toque retro, tan de moda, pero sin complicarnos la vida demasiado. Para ello me hacía falta ponerles una etiqueta en la parte frontal y ocultar de alguna manera el dibujo de la tapa. Estaba claro que había que hacerlo con pegatinas en las que se pueda imprimir, lo cual no suponía ninguna dificultad a la hora de conseguirlas en cualquier papelería.

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Lo siguiente era qué tipo de etiquetas iba a utilizar, y qué tipo de letra para cada una de ellas. En páginas como http://www.dafont.com/es/ http://www.letramania.com/ podréis descargar todos los tipos de letra que queráis de forma gratuita. Sólo hay que descomprimir los archivos una vez descargados y pegarlos en la carpeta «Fuentes» del Panel de Control.

Para las tapas me decidí por unas texturas tipo mantel a cuadros. Sólamente hay que escribir eso mismo en Google imágenes y obtendréis gran cantidad de ideas que podréis utilizar como fondo. Para las etiquetas vintage hay muchísimas posibilidades, aunque yo encontré en grafficalmuse.com un montón de ideas.

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Lo siguiente será darle forma a todo esto. Es importante tomar medidas en los frascos y en las tapas, y crear las etiquetas con esas medidas en el ordenador. Yo no me complico la vida y lo hago todo con Power Point. Cada frasco tendrá una etiqueta, tipo de letra y tapa distinto de los demás.

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Una vez que hayamos impreso todo, únicamente queda pegarlo con cuidado en los frascos. El resultado es espectacular. Sólo queda buscarles un buen sitio…y a buscar más ideas. ¡Que disfrutéis!

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Los chipirones tienen Jefe.

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Entrañable, acogedor, hortera, familiar, encantador, demodé, trasnochado, tradicional…o exquisito. Tal ristra de calificativos, y alguno más que se me ha quedado en el teclado, se refieren a un único local de la localidad coruñesa de Santa Cruz: El Mesón O Muiño, o como se le conoce popularmente, «El Rey de los Chipirones Encebollados».

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Situado en la calle Garrucha, entre los populares O Pote y Preludio, este singular restaurante regentado por José Antonio y Mª Fernanda se encuentra en esta vía que, antiguamente, era apenas una senda que comunicaba el embarcadero de Santa Cruz con apenas una decena de casas aisladas que se encontraban poco más arriba. Este que os escribe pasó muchos años de su vida en una de ellas (que ya no existe), y era casi obligado escribir estas modestas líneas sobre un negocio que ella y yo visitamos regularmente varias veces al año.

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Ni que decir tiene que su especialidad son los chipirones encebollados. Pero no unos chipirones encebollados cualesquiera, no. Son «Los Chipirones Encebollados», y tened presente que quien os los preparará es su Rey. Así, como suena.

Podría decir aquí que su sabor es exquisito, que nunca habréis probado nada parecido, que la cebolla se os deshará en la boca como mantequilla…pero lo que realmente hará que os hagáis una idea es visitarles y probarlos. Y vais a repetir, seguro.

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Otro de sus platos estrella es el Raxo. Y la espesa salsa con vino blanco que le acompaña y el estupendo pan que Mª Fernanda os pondrá en la mesa, sin duda harán una buena combinación para los que os mole mojar…:)

Impagable es la música de fondo que os acompañará mientras os ponéis las botas con los chipirones. José Velez, Cecilia, Mark Hammond, Dúo Dinámico, Raphael, Julio Iglesias, Los Brincos, Jeanette, Los Diablos, Danny Daniel, Pop Tops…Nombres que si tenéis menos de 30 posiblemente os suenen a poco, pero a los que pasamos sobradamente las cuatro décadas nos traen gratos recuerdos de la infancia.

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Entre maletas viejas, cuadros, un sinfín de recuerdos y una increíble figura de Joaquín Prat, está el Código de Honor de la Comunidad Europea de Cocineros, que estoy seguro José Antonio está orgulloso de cumplir. Saludadle al salir, y os contará sus andanzas por Suiza. Y Mª Fernanda os agradecerá como alguien a quien conociéseis de toda la vida vuestra visita.

Comida de viejas…y querrás comerlas.

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Si hay un plato invernal por excelencia en cualquier hogar hispano que se precie, ese es uno de lentejas. Calientes, contundentes y sabrosas, y como dirían nuestras madres, que «tienen mucho hierro».

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Pero si de algo queremos tratar aquí es de una forma nueva de presentarlas. Y también de comerlas, ya que esta vez las vamos a convertir en una potente crema.

¡Y venga, manos a la obra!

En una olla alta ponemos agua, unas hojas de laurel,un chorrito de aceite de oliva y llevamos a ebullición, momento en que un cubito de «avecrem» nos da un puntito muy sabroso.

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Posteriormente echamos las lentejas y dejamos que se vayan haciendo mientras nos ocupamos de otras cosillas.

Nos apasiona la cebolla y el ajo por lo que abusamos un poquito a la hora de cantidades, porque aquí cada uno tiene que personalizar así como en el tamaño del picado.

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Y en esta ocasión añadimos también unos taquitos de jamón para hacerlas todavía más contundentes.

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la foto 2-7Rehogamos todo en una sartén con un poquito de aceite y cuando vaya cogiendo colorcito echamos pimentón dulce (suficiente para que coja color)

A nosotros nos encanta ese deje picante, y una cucharadita de pimentón le da su puntito.

Retiramos del calor y añadimos a la olla de lentejas dejando que se haga a fuego lento…………..

No puedo hablar de tiempos ya que «voy a ojo», y cuando veo que van asentándose y pruebo con una cuchara y la dejan «manchada», están!.

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Las pasamos a un recipiente y con una batidora le damos una textura cremosa.

Y para darle un toque mas chic hacemos un picadillo con jamón, lo colocamos en el centro,  y dibujamos a su alrededor un círculo con aceite de oliva virgen.

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Pero para los más tradicionales se pueden reservar esas lentejas de siempre, que si quieres las tomas y si no…¡¡ las dejas !!

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Ganando Barlovento

 

by (ella)

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Y allí estábamos, después de muchos días buscando el momento para dejarnos llevar por el viento y recalar en una de sus mesas.

La primera visión que tienes es una puesta en escena de lo mas bucólica, donde se les rinde protagonismo a las jardineras con un collage de flores y un letrero luminoso que anima a querer descubrir un poco mas, y adentrarte en este local tras una gran puerta.

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Nos recibe una mesa de la Provenza Francesa llena de velas, flores y detalles que hacen que te sientas como en casa.

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La mezcla de la dulzura provenzal con el estilo «lóbrego cuidadísimo» da como resultado unos metros cuadrados llenos de encanto.

Varios amigos nos habían hablado de este local y de su plato estrella, las hamburguesas. Ellos mismos se autodefinen como  «Restaurante de Hamburguesas».

Nos atendieron muy rápido a pesar de tener el local «a tope» a la hora de comer ya que cuentas con la opción de  «Menú del día».

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Decidimos pedir la carta y llevados por la gula, pecado capital que nos encanta, decimos probar para compartir «Sticks de pollo marinado con cítricos, salsa de mostaza y cebolla confitada», seguido de dos hamburguesas:  «La Gallega» y «La Tradicional».

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Todo buenísimo, delicioso…….. pero demasiado. Hubiéramos agradecido que nos dijeran que las hamburguesas eran «contundentes» y que el plato de «Sticks» era muy potente.

 

 

Otro día de los que hemos estado decidí probar la hamburguesa «Griega» y además de estar buenísima es mas ligera.

Un puntazo es poder comer con un cocktail, algo que personalmente me encanta.

Que mejor que terminar la velada con un buen postre, recomiendo a los amantes del chocolate «Brownie de chocolate con helado de vainilla bourbon» y «Tarta de queso con helado de cítricos» y puedes optar por un  Gin Tonic de diseño tan trendy en nuestros días o pedir tu segundo cocktail ;))))))

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Dr. Livingstone, estoy seguro.

( by él )

En la Rúa Alta de Pontevedra, allá por el número 4, se encuentra uno de los locales de copas más pintorescos de la ciudad: Dr. Livingstone, ¿supongo?, o como lo conoce todo el que lo haya pisado, «El Livingstone».

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Nada más enfilar la entrada nos recibirá un pasillo al aire libre con mesas a nuestra izquierda, plantas y distintos elementos que nos adelantan la ambientación del local una vez dentro: El África británica del s. XIX.

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Todo el local se encuentra plagado de fotos, cuadros, pieles, escudos, cascos, mapas y un sinfín de cosas más que nos sumergen directamente en los días en que el intrépido Henry Stanley pronunció la frase que da nombre al local tras encontrar al famoso médico, explorador y misionero que llevaba cinco años perdido tras descubrir la cabecera del río Congo y el lago Tanganica.

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Pero si hay algo que a ella y a mí nos encanta cada vez que visitamos el local para tomar una copa, es que nos sentimos como en casa. Y no es una frase hecha, porque sentarse en una buena butaca o sillón, disfrutando del aire fresco de esa pequeña terraza en verano, o del calor de una manta en invierno es algo que, como mínimo, te invita a «quedarte un poco más» y pedir otra.

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Copas y cócteles de excelente calidad y una buena atención aseguran la vuelta al local. Y ella y yo así lo hacemos, siempre que coincidimos en esta bella ciudad de Pontevedra y nos apetece pasar un buen rato en «nuestro sofá». En resumidas cuentas, y después de haber pisado muchos locales, éste se merecía este post y volver a visitarlo…supongo.

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Ahora sí. Póngame un Gin-Tonic.

( by él )

No quería que el primer cóctel del que se hablase en este blog fuese el re-descubierto Gin-Tonic, y después de haber hablado de otros como el Cosmopolitan o el Collins, ya va siendo hora de dedicar unos párrafos a esta «no tan nueva» forma de combinado.

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Buena parte de la culpa de combinar ginebra con tónica la tiene el Sr. Jacob Schweppe – que no se dedicaba a las bebidas, sino a la joyería – y que con ese apellido no creo que sea necesario explicar qué es lo que le hizo famoso allá por finales del XVIII. La tónica, compuesta a base de agua con gas y quinina, fue rápidamente adoptada por los soldados británicos desplegados en la India como remedio contra la malaria, ya que según se dice, la hasta aquel momento casi reglamentaria Indian Water Tonic no estaba «muy allá«. Y fue en aquellos años cuando un alto oficial británico decidió probar aquella nueva tónica de J. Schweppe & Co. mezclada con ginebra ( seguramente de la marca Bombay, muy conocida por aquellas latitudes ). Había nacido el Gin-Tonic. Es decir, que cuando pidáis Bombay con Schweppes podéis presumir delante de vuestros amigos-as de que ese es el Gin-Tonic original con el que los soldados británicos fumigaban sus interiores cuando estaban guardando el Imperio muy lejos de casa.

¿Y qué decir en pocas palabras de la ginebra? Pues lo más importante y curioso de todo, que no es británica, sino holandesa, creada en el s. XVII por Franciscus De La Böe ( ese «De» tan español me encanta ) como una bebida alcohólica destilada con enebro, que se comercializó en principio como diurética, y más tarde en Inglaterra como medicina.

La diferencia principal entre ambas ginebras ( la holandesa y la británica ) es que la primera tiene un contenido menor en alcohol y sabe más a malta, y la segunda es más fuerte y tiene sabor a enebro.

Pero hoy veremos cómo preparar un Gin-Tonic con una ginebra que no es ni holandesa ni inglesa, sino del noroeste de España, de Galicia. Se trata de la ginebra Nordés ( sobre 23-24 € ) y que tiene la particularidad de estar destilada a partir de vino albariño y diferentes botánicos como el toxo o el eucalipto. El resultado es un tremendo aroma que nada más abrir la peculiar botella no os va a dejar indiferentes. La tónica escogida es Original Blue citrus, por aquello de darle color azul al combinado, y que incorpora un suave recuerdo de limón.

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Como norma general, un Gin-Tonic se sirve en una copa amplia de balón, con la boca más estrecha que el cuerpo, con mucho hielo y potenciadores de sabor, como cáscaras  o rodajas de frutas, o bayas y especias como el enebro o el cardamomo, pasando por la pimienta negra o la canela. La ginebra irá en proporción de 1/5 de la tónica, y según dicen los entendidos, hay que «liquidarlo» en menos de 15 minutos.

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Comenzamos haciendo un twist de lima. Es una espiral hecha con su cáscara, que podremos realizar con un pelador o con un cuchillo pequeño y afilado. Será lo primero que pondremos en la copa, y lo dejaremos ahí solito durante un par de minutos, tras los cuales añadiremos mucho hielo y removeremos todo, para enfriar la copa.

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Posteriormente añadiremos más potenciadores de sabor. En este caso vamos a incorporar unas bayas de enebro y un poco de cardamomo ( se encuentran fácilmente en cualquier gran superficie ) Lo que deberemos hacer antes de ponerlos en la copa es abrirlos ligeramente con nuestro dedo, de manera que impregnen mucho mejor con su sabor el combinado. Cuando partáis la primera baya de enebro llevadla a vuestra nariz y oledla…comprenderéis por qué la vamos a utilizar.

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Hecho esto, añadimos la ginebra. Si la tónica es de 20 cl., significa que emplearemos 5 cl. de ginebra ( aunque eso varía con los gustos, por supuesto ) La echaremos en la copa desde cierta altura, lo que ayudará a incrementar su sabor. Posteriormente, añadimos la tónica. Podemos hacerlo ayudándonos de una cuchara trenzada ( muy fashion pero que hace que la tónica pierda parte del CO2 ), o bien echarla muy despacio, o utilizando el viejo truco de echarla sobre la parte ovalada trasera de una cuchara. ¡Nunca agujerear la chapa de la tónica para que salga a presión! 

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Por último, un sólo toque de arriba a abajo a la copa, nunca remover…y tiene buena pinta esto que hemos hecho. Ahora…quedan 15 minutos. ¡A disfrutar!

Si a Marineda fueres, Piadina comieres.

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Se ha convertido en una actividad de lo más coruñesa darse una vuelta por Marineda City. Ahí, a codearse con gentes de localidades cercanas a La Coru, ir al cine, o a comprar ropa o algún mueble nórdico que suponga todo un reto montar. Y cómo no, a comer, que es una de las cosas de las que escribimos aquí :).

Nuestro local favorito dentro de este gran centro comercial es La Piadina, situado en la segunda planta al lado de la mayoría de los locales de restauración de Marineda. Y si el lector se pregunta por qué, debería decir que porque nos ganaron desde la primera visita. Una atención rápida y agradable, decoración cuidada, una espera mínima para ser servido ( nada de colas choniles tipo Muerde La Pasta ) y mesa asegurada.

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Las Piadinas son un producto típico de la ciudad italiana de Rimini, mezcla de crepe y torta mejicana, y que podréis encontrar divididas en dos grupos según su relleno: saladas y dulces. Una de las que más hemos probado es la Burguer, rellena de dos exquisitas hamburguesas, lechuga, queso y cebolla caramelizada…es un bocado exquisito. La Parma tampoco se queda atrás, rellena con jamón del mismo nombre, queso y lechuga. Dentro de las dulces destaca, por derecho propio, la rellena de Nutella.

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Si queréis postre, lo típico es su helado de yogur que podréis tunear a vuestro gusto con un par de toppings. Por ejemplo, caramelo con trocitos de Oreo o Nutella líquida con trocitos de fresa. Las combinaciones son de lo más variadas, siempre a vuestra elección.

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Ensaladas, tartas y cafés variados completan su carta. Si disponéis de la tarjeta Marineda City os harán un descuento o tendréis un café ( son grandes ) gratis. Una comida para dos personas, con un par de Piadinas, dos bebidas y un par de helados os puede salir por menos de 20 €. Y cosas de los buenos locales…se acordarán de vosotros si volvéis.

Una plaza muy urbana

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En la calle Pastoriza 10, que une las calles San Andrés y Orzán, y casi fundido con la plaza José Sellier podréis encontrar un local que sin duda alguna no os dejará indiferentes. Su nombre es La Urbana.

El local funciona como bar desde el mediodía, en donde se puede pasar un buen rato dando cuenta de tapas muy bien preparadas. Ideal en las tardes de verano para tomar una copa temprana en su terraza y más que recomendable para ser visitado por la noche.

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Tanto para ella como para mí entra dentro de la categoría de nuestros locales favoritos en La Coruña. Tanto su decoración, donde predominan elementos de madera como los de las antiguas bodegas que ocupaban hace años este local, como su iluminación casi siempre tenue, con unas bombillas desnudas sobre la barra y las mesas que imitan a aquellas antiguas con filamento de carbono, están extremadamente cuidadas.

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Extremedamente cuidada es también la atención. No os harán esperar para pedir la consumición ni siquiera en los momentos de más afluencia ( seguramente los sábados de verano por la noche ) y con la plaza llena de gente. Una plaza encantadora y salpicada de mesas en la que, hasta ahora, siempre hay algo que nos ha llamado la atención: No hay gritos, ni ruidos estridentes, ni espectáculos chabacanos…es decir, se convierte, casi sin quererlo, en el lugar ideal para sentarse con los amigos y disfrutar de un buen rato de charla sin tener que levantar la voz. Bien, ¿no?

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Si queremos tomar la copa dentro también nos va a sorprender el volumen de la música. Lo suficientemente alta para ser disfrutada, y lo suficientemente baja para no convertirse en enemiga del intercambio de palabras.

Si aún no lo conocéis…entre San Andrés y el Orzán. La Urbana.