( by él )
Creo que de todos los cócteles que he probado hasta ahora, el Collins ocupa un lugar más que destacado. Trago largo como él solo, es grande, refrescante e ideal para tomar en una buena tarde de sol.
Existen varios tipos de Collins, si bien a mí me gusta preparar una de las versiones más sencillas ( más que nada por la facilidad a la hora de conseguir los ingredientes ). A pesar de todo, y tras buscar en todos lados, uno de los ingredientes no he podido encontrarlo y he tenido que hacerlo casero. Se trata del jarabe de azúcar, y ante la imposibilidad de adquirir este almíbar hay que currárselo en una cazuela al fuego, simplemente añadiendo agua y el doble de cantidad de azúcar, y remover hasta conseguir un líquido pastoso. Para conservarlo bien, guardarlo en un frasco de cristal, añadirle una cucharadita de vodka y al frigo. Aguantará meses así 🙂
Comenzamos. Todo lo que vamos a necesitar va a ser:
– Vodka
– Zumo de limón recién exprimido
– Jarabe de azúcar
– Gaseosa
– Granadina
– Hielo en cubitos, hielo picado y un vaso Collins ( algo más alto y más ancho que un vaso de tubo normal ). Para este cóctel no nos va a hacer falta la cobbler, la coctelera de tres piezas que habíamos utilizado para el Cosmopolitan. Sí nos hará falta (siempre) el medidor de líquidos.
Para empezar, echamos tres o cuatro cubitos de hielo normales en el vaso y los removemos para enfriarlo. Lo siguiente será añadir 60 ml de vodka, 30 ml de zumo de limón y 15 ml de jarabe de azúcar. Rellenamos con gaseosa hasta llegar a unos tres dedos de la boca del vaso, y a remover.
Posteriormente, añadimos hielo picado hasta arriba ( sin pasarse ), le damos un toque con un chorrito de granadina, colocamos algún fruto rojo para adornar, una pajita….y el primer trago – amodiño, como se dice en esta sagrada tierra – seguro que será una sorpresa.